Sobreviviente de Leucemia Linfoblástica Aguda
Kissimmee, FL
En enero de 2013 me diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda con presencia del cromosoma Philadelphia (Ph+ ALL, en inglés). Acababa de cumplir 19 años y de terminar mi primer semestre en la Universidad de Florida. Perdí todo el resto del primer año pero, después de ocho meses de entrar y salir del hospital, logré la remisión y mis médicos me permitieron volver a la universidad para el otoño.
Durante un año y medio me sometí a quimioterapia mensualmente pero, por lo demás, viví una vida de estudiante casi normal. Jugaba al baloncesto con mis amigos, iba a los juegos de fútbol americano de la universidad, me asocié a organizaciones de mi campus e incluso fui de vacaciones con mi familia a Nueva York. El 20 de diciembre de 2014 era la fecha establecida para mi última sesión de quimioterapia. Iba a poder hacer sonar esa campana especial que tiene la inscripción “Con esperanza, todo es posible”, que para mí simbolizaba el fin del tratamiento.
Sin embargo, un mes antes de ese día tan esperado, mi familia y yo, repentinamente, recibimos la noticia de que los resultados de mis pruebas eran desfavorables. Lo del 20 de diciembre no iba a poder ser. Había sufrido una recaída. La única opción que me quedaba era un trasplante de médula ósea, un procedimiento extremadamente arriesgado, pero que era mi única oportunidad de vencer esta enfermedad de una vez por todas. Tuve la fortuna de que mi hermano fuera donante totalmente compatible.
El 23 de enero de 2015, él me dio otra oportunidad de vivir. De nuevo tuve que dejar de asistir a clases durante otro semestre, pero afortunadamente no estaba completamente alejado de la universidad. El hospital de la Universidad de Florida tiene una de las mejores unidades de trasplante de médula ósea del país. A menudo, estaba rodeado de mi familia y mis amigos. Incluso llenaron mi cuarto del hospital el día del trasplante para cantarme el “Feliz cumpleaños” y celebrar el inicio de mi nueva vida.
Casi un año después, sigo en remisión y me siento tan sano como antes. Este año también tuve la oportunidad de ser uno de los seis directores de la caminata Light The Night de LLS en Gainesville, a través de mi fraternidad, Pi Delta Psi. ¡Nuestra caminata de este año recaudó más de $60,000!
Desde que empezó mi batalla contra el cáncer, las personas me han dicho que mi historia las inspira y les infunde esperanza y valor. Y cada vez que me preguntan qué se siente que te digan eso, me quedo sin palabras. No puedo dejar de preguntarme por qué un chico normal como yo tiene el enorme privilegio de que le digan algo tan profundo. Mi fortaleza no es sino el reflejo del amor inagotable que he recibido de todos mis amigos y familia. Ellos son los que me inspiran cada día para luchar, para tener esperanzas y para creer. Y gracias a eso, me di cuenta de que la enfermedad es solo una ilusión, y que la actitud, junto con el amor, es lo que realmente sana. Hay una luz al final del túnel que me esfuerzo por alcanzar cada día, y estoy segurísimo de que la alcanzaré pronto. Con esperanza, de verdad todo es posible.
Christopher
Acute Lymphoblastic Leukemia (ALL)
