Sobreviviente
West Palm Beach, FL
A los 14 años de edad me diagnosticaron linfoma de Hodgkin en etapa 4. Los médicos solo me dieron una probabilidad del 25 por ciento de sobrevivir. Todavía recuerdo el día en que entré con mi mamá al servicio de urgencias para que me hicieran la tomografía computarizada (CT scan, en inglés). Después del examen, el médico murmuró: “Tienes cáncer, pero no te preocupes todavía. La prueba de mañana nos dará más información”. Al día siguiente, casi sin darme cuenta, estaba mirando el techo del quirófano, anestesiada, pero con la idea de que todo era muy real. Luego de varias horas de cirugía, nos enteramos de que el cáncer se había diseminado a lo largo del cuello, todo el pecho y los pulmones. Esto era solo el principio.
Durante meses, me sometí a quimioterapia con mi “compañero de quimio”, quien tenía cáncer en etapa 2. Una cosa que puedo decirles sobre la quimio, si uno va a vomitar hasta echar las entrañas y casi morir, mejor hacerlo con alguien que esté dispuesto a unirse a la fiesta. Pero, hablando en serio, la quimio no estaba dando los resultados que los médicos esperaban, y lo próximo que supe fue que mi probabilidad de supervivencia había disminuido y llegué a ser niña de la Fundación Make A Wish. Para cuando se cumplió mi deseo de conocer el mundo, estaba en medio de la radioterapia y había adelgazado hasta pesar 70 libras. Estaba calva, escuálida y desanimada. Odiaba estar tan débil y no podía levantarme para salir de la cama, pero sobre todo, odiaba ver que se me caía el cabello. Era una tortura mirarme al espejo.
Hasta el día de hoy, no estoy segura de si algún día sabré por qué me eligió el cáncer. Pero sé de la lucha y el milagro que fueron necesarios para que yo esté aquí hoy. Sin que nos diéramos cuenta, el 80 por ciento del cáncer simplemente desapareció, milagrosamente, como si nunca hubiera existido. Con el tiempo, los malos presagios fueron desapareciendo y empezó a surgir la esperanza. Y no solo eso, sino que terminé siendo niña sobreviviente de la Fundación Make A Wish, y luego en mi vida, quiropráctica, viajera en misiones alrededor del mundo y ávida defensora del programa Team In Training de LLS.
Hay muchas cosas que no sé, pero lo que sé es esto: pasar por la experiencia de tener cáncer fue la mayor caída de mi vida, y sobrevivirlo fue la mayor prueba que haya superado. Pero, cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que gané mucho más que una nueva cabellera. Sobrevivir al cáncer me hizo dar cuenta de lo importante que es seguir adelante, mientras uno siga respirando, y nunca rendirse al miedo ni al dolor porque siempre hay algo más grande en juego. La vida es tan delicada y preciosa, debes amarla mientras la tengas y luchar por ella porque de repente podrías no tenerla. Porque cada día que tengas cuenta, y la posibilidad del mañana es increíble.
Alessandra
Hodgkin lymphoma (HL)